Seguramente crees tener claro lo que es el color. O lo que es un color. Probablemente incluso sepas distinguirlos, sobre todo los clásicos. Si ya nos metemos con tonos, no todo el mundo lo tiene ya tan claro. Pues bien, incluso entre esos colores básicos existen matices fundamentales que marcan la diferencia entre una impresión de calidad, una impresión a secas e incluso un desastre.
A la hora de imprimir, el color es un aspecto fundamental. ¿Te has encontrado alguna vez con que los brillantes colores de la pantalla del ordenador se han convertido en un mustio flyer apagado? Pues bien, eso tiene una causa, y, por supuesto, una solución.
Antes de diseñar tu proyecto, debes pararte a pensar, tienes que tener claro si estás diseñando para un soporte digital o impreso. No es una cuestión baladí, puesto que de ello depende la elección del modo de color a utilizar.
RGB vs CMYK
Dos de los principales modos de color que se utilizan en el diseño gráfico son el RGB (Rojo, Verde y Azul) y el CMYK (Cian, Magenta, Amarillo y negro). Dependiendo de si nuestro proyecto es para ver en pantallas o para imprimir, es recomendable usar uno u otro.
El RGB se utiliza para el diseño digital. Se basa en la «síntesis aditiva», es decir, se consigue cualquier color mediante la combinación de estos tres colores básicos. Si estás preparando una newsletter, o creatividades para las redes sociales o páginas web, este es tu modo de color.
Por su parte, el CMYK es el empleado en las imprentas. A diferencia del anterior, se basa en la diferente luminosidad de cada tono. Es un modelo sustractivo. Es el adecuado para diseñar formatos físicos como una tarjeta de visita, flyers, folletos publitarios, revistas…
Ahora ya no tienes excusa para que tus creatividades no tengan el tono que deseas. Pero si te queda alguna duda, o quieres un trabajo profesional de la máxima calidad, no dudes en contactar con nosotros.